sexta-feira, 9 de junho de 2017

Reflexiones

Dicen que hubo un tiempo en el que los continentes de la tierra eran uno solo. Me pregunto si en aquél entonces hubieramos creado conceptos tan abstractos como la diferenciación del ser, si hubieramos tenido coraje de pronunciar frases como: "ésta es mi tierra, y no te quiero aquí" o "immigrante sucio, vete a tu país". A veces me atrevo a especular sobre cómo sería encarado incluso el tema de la sexualidad en un ambiente en el que Nada es de Nadie y Todos lo comparten Todo. ¿Se hablaría de sexos? ¿Se tendría la necesidad de identificarse con un estilo de vida por la orientación de los placeres carnales? Suponiendo que usaramos ropas, ¿Condicionaríamos nuestro estilo para que nos vieran de otra forma o para evitar que nos etiqueten?
Cambiando de tesitura: ¿Alguien se ha planteado que el hecho de que nos sintamos mal por esas diferenciaciones sea, de una forma equitativamente abstracta y física, por la existéncia de las puertas? cuando queremos taparnos del frío usamos un abrigo o una manta, cuando no queremos ver algo cerramos los ojos, pero solo cerramos una puerta porque tenemos algo que no queremos que sea visto, o cuando no queremos a alguien o algo en nuestro espacio. ¿Porqué nos perturba tanto que invadan nuestro espacio?¿Porqué nos sentimos tan vulnerables, si al fin y al cabo, incluso dentro de él, solo mostramos aquello que somos en esencia?¿Nos avergonzamos de lo que somos? ¿Si todos nos consideraramos iguales y no tuviéramos la necesidad de Demostrar, ¿Conoceríamos la vergüenza, el pudor, la timidez, el miedo?

terça-feira, 23 de maio de 2017

O subconsciente de nossas fantasias.

Sim, não vou mentir: gosto. Há pouca coisa melhor pra mim do que pegar um papel, deitar na cama olhando para as nódoas da parede, fumar um cigarro olhando para as nuvens -ou ainda, simplesmente em sonhos- e criar uma nova história. É impressionante o rápido que, principalmente quando não temos um papel na frente para escrever, as ideias surgem como se de aprender a respirar se tratasse, e incrivelmente confuso o como elas desaparecem ou deixam de ter atrativo pra nós. Às vezes pode até demorar, mas eventualmente acontece: Se a ideia é assustadoramente parecida com alguma anterior, normalmente tentamos fazer dela uma continuação ou inclusive uma "prequela"(contrario de sequela). Se é simples de mais, tentamos adorná-la com enfeites em forma de personagens emblemáticos, características ambientais que achamos que chamarão a atenção ou uma estrutura de historia preconcebida de modo que desde o primeiro momento pareça interessante ou cativadora, às vezes, inclusive, antes de saber qual será o decorrer da trama.

Reconheço que descobri um padrão de semelhança das histórias que escrevo com minha vida real e às vezes cheguei a pensar em usá-las para fazer desse modo minha autobiografia. O protagonista geralmente é o mesmo, quase sempre baseado em alguma versão de mim: as outras as completo com os co-protagonistas. Não são poucas as vezes que, analisando-as, percebi que pertencem a uma fatia da minha própria existência, que inclusive outorgam soluções que nos momentos do acontecimento real não percebera. É de se esperar que, sendo historias originadas em nossa mente, sejam permeadas com nossas sensações e emoções, portanto, concretamente podemos afirmar que imprimimos nelas aquilo que conscientemente evitamos, tememos ou tentamos ignorar. Experimente, invente uma história qualquer, até se for preciso uma com personagens clássicos. pode ser um fragmento só, uma situação, uma com final aberto, tanto faz; analise esse trecho. Porquê escolheu essas personagens? Porquê as fez tomar essas decisões? Alguma morreu, porquê? Entenda-se que os acontecimentos na história não precisam necessariamente equivaler a momentos reais: Uma personagem que morreu de forma drástica pode traduzir a dor ou o sofrimento que você experimentou ao perder de vista alguém na sua vida ou até um objetivo fracassado; assim como a idealização de um personagem do qual o/a protagonista se apaixona não será obrigatoriamente o reflexo de seu ideal de amor perfeito, e sim a tradução de como alguém chegou a fazer você se sentir importante(não implicitamente de forma amorosa ou sexual). 

Não é uma tarefa fácil às vezes, interpretar nossas histórias, talvez tenha nessa ação alguma matemática intrínseca, mas não nascemos com esse conhecimento. Entretanto supõe, quando menos, uma diversão alternativa e uma forma de manter a cabeça ocupada, inclusive reduzindo algumas preocupações ou perguntas sem resposta. Sou dos de acreditar que de alguma forma nosso subconsciente é a versão de nós que realmente observa tudo em volta e executa métodos de nos dizer aquilo que às vezes não queremos ouvir, ou achamos que não temos tempo de discutir, dialogar, pensar. Seria capaz de dizer que cada um de nós tem a capacidade de se autoanalisar, já que, contra todo ditado popular que diga o contrario: Nós nos conhecemos melhor que ninguém, mesmo que não possuamos o conhecimento em todo momento para demonstrar isso ao espelho. 

Não se iludam, isto não é um texto de autoajuda, aliás, não prometo a vocês que vão gostar sempre dos resultados dessa analise interna, mas sim prometo que, efetuada corretamente e sabendo que coisas devem aprender e quais devem deixar no caminho, vão se conhecer melhor e evitar cair em espirais de falso autoconhecimento.

Bryan L. Black

terça-feira, 16 de maio de 2017

¿Donde estás, inspiración?

Es raro no saber sobre qué escribir. Hay días en los que nos sentamos frente a una hoja de papel durante el rato suficiente para cansarnos de identificar las ocasionales manchas diminutas del tiempo, del polvo, de nuestras manos en sus bordes, pero no escribimos. No, simplemente pensamos e incluso eso lo hacemos de forma muy dispersa. Navegamos en el universo de nuestro desordenado pensamiento donde, al mismo tiempo, suenan una canción, la reclamación matutina de alguien en el autobús y nuestras ganas de beber café, entre otras cosas. Miramos por la ventana: No vemos nada. Creemos que en algún lugar, en el espacio que nos rodea, invisible, se encuentra ese elemento que accionará nuestra inspiración. De repente pasa algo, un coche. Imaginamos una persecución y empezamos a escribir algunas líneas, hasta darnos cuenta de que ese no es ni siquiera un género que nos llame, no al menos en cuestiones de creación artística. Arrancamos la hoja, hacemos una bola y la apartamos a un lado, si no la hemos tirado a la basura con miedo a contaminarnos con lo que consideramos escrita demasiado comercial. Miramos de nuevo: Un beso. dos hombres se besan al otro lado de la calle, así que imaginamos una historia de amor sin parangón, de dos personas que intentan sobrevivir en una sociedad que los repudia por sus decisiones personales. Antes de escribir ya nos damos cuenta de que ese es un tema muy comentado, muy escrito, muy estudiado: "Que lo hagan otros, yo quiero ser original". ¿Entonces qué? Si escribo una história medieval, estaré copiando nuestra propia história; Si es un romance, lo mismo da como lo escriba, de tanto que se ha trabajado en ellos, no existe uno que no sea un "factor comercial", algo hecho solo para vender y que lo lean amas de casa o adolescentes; Una história de guerra moderna está ya fuera de cuestión. Piensa, piensa... ¿Y si escribo un poema? Podría escribir sobre algo diferente, ¿sobre qué? Algo pequeño, algo que no tenga vida: un botón. Nah... Para escribir sobre un botón, o hago algo que a nadie le interese, o le doy vida al dichoso botón, entonces estaré creando un poema como cualquier otro. ¡Qué difícil! 
Basta, escribiré sobre mi vida, que nadie lo ha hecho aún. ¿Una biografía, una história fantástica basada en ella, o un poema ilídico? "¿Has visto lo que has hecho? Has referenciado la Ilíada inventando una palabra. Vamos por buen camino, ya estás inventando". Bien, ¿Empiezo por mi nacimiento o algún punto supuestamente interesante en el medio del camino? ¡Tantas preguntas! ¿Donde estás, inspiración?

En ese momento, por supuesto, te entra hambre, vas a la cocina, te sirves un bol de leche con cereales, enciendes la televisión con la intención de despejar un poco tu mente -pensando en volver a escribir más tarde-, te relajas y justo dan lo que querías ver.

Para cuando has vuelto a sentarte en la mesa ya es demasiado tarde, no te gusta ver un nuevo papel en blanco, cierras el cuaderno y te vas a dormir.

Bryan L. Black

segunda-feira, 15 de maio de 2017

¿Porque lo hacemos, porque somos existencialistas?



Bueno, claro está que esto no pretende ser un modo de justificar el porque de comportarnos así, el porque de nuestros pensamientos, pero talvez más un reflejo del funcionamiento de nuestro ser, el de los existencialistas.

Ya dicen por ahí -y lo he escuchado varias veces- que la gente que piensa demasiado en cosas más allá de lo cotidiano suelen ser aquellos que no consiguen aceptarlo, que no consiguen acudir a sus responsabilidades y se esconden en fantasías de un mundo mejor, en críticas más allá de cualquier explicación acerca de todo lo que les rodea. No sé si soy quién para desmentir esas afirmaciones, pero sí puedo decir esto:

Yo, como ser unitario, suelo tener decantaciones hacia el inconformismo, hacia el no aceptar que "las cosas son como son", el "¿Qué le vamos a hacer?". Es verdad que -supongo que como todos alguna o algunas veces- he aceptado jugar el juego que la vida nos propone, el que, a final de cuentas, la sociedad impone, el de ser un engranaje de un sistema que Necesita funcionar, al que debemos alimentar con nuestra fuerza de trabajo, al que le debemos lo que algún día llegamos a ser, por poco que sea. He navegado en este mar de redes y cadenas el tiempo suficiente como para reconocer sus patrones de comportamiento y, aunque sé que no lo he aprendido todo, no parece guardarme tantos secretos. Justamente es eso lo que me lleva a tratar de ver más allá, no sé si eso significa colocarse arriba, abajo o simplemente fuera del sistema, pero sé que no puede ser hecho siendo alguien completamente enzarzado en él. ¿Soy de los que "rizan el rizo"? Talvez. No es algo que me asuste, no me parece que eso me aleje de la corriente de un modo en el que no pueda encontrarme nuevamente: Talvez sea ese incluso el modo cierto de encontrarme.

He visto cosas, sí. Cosas buenas, cosas malas, cosas que no me han importado lo más mínimo; cosas que me han hecho suspirar, gritar, reír, llorar; he hecho el bien, el mal; no he hecho nada, lo he intentado hacer todo(talvez a veces aún lo intento). Al fin y al cabo puedo decir que no estoy en la posición de alguien que habla de lo que le viene a la cabeza, de lo que parte exclusivamente de su imaginación; hablo de cosas en las que he sido, en las que todos hemos sido. No importa qué, como ni porqué: Hemos sido siempre algo en todos los momentos de nuestra vida y, por poco que fuera, hemos sido partícipes de lo que sea que se haya concluído. ¿Puede alguien decirse que ha estado en una situación en la que realmente no ha tenido nada que ver? Puede, pero solo se estará mintiendo a sí mismo o a sí misma. Estudiando a fondo cualquier situación, podemos descubrir como hemos llegado a ella, porqué estamos ahí y qué podemos hacer o no en ella.

Sé que no estoy diciendo nada nuevo, sé que no hay frases de efecto en modo alguno en mi discurso, pero tampoco lo pretendo. Al fin y al cabo, ¿Me llevo yo algo de remover vuestros cimientos? ¿Os lleváis vosotros algo de remover los míos? Esa era fácil: Claro que la respuesta es afirmativa; Quería ver si estábais atentos. Bien acabo de decir que somos de un modo u otro artífices o partícipes de todo lo que sucede, aunque querramos girar la cara y abandonar la responsabilidad de nuestros actos, incluso de nuestra postura de ignorancia ante situaciones que no nos salpican directamente; Al fin y al cabo, la indiferencia también es una acción y, en muchos casos, más activa que pasiva.

Luego entonces: el existencialista. Es verdad: vemos más problemas que los que resolvemos realmente, incluso más soluciones que las que ejecutamos. Nos encanta observar, pero poco hacer, a no ser que esa fechoría responda a alguno de nuestros afanes, no por egoísmo exclusivo, pero por miedo a perdernos en ciclos de preguntas sin respuesta. ¿Hay que estar orgulloso de ser existencialista?

Si tuviera una respuesta a esa pregunta, talvez no sería este el texto que escribiría. Entretanto, me he desahogado y me habéis escuchado, aunque sea a través de esa voz en vuestra cabeza que guía vuestras lecturas.

Bryan L.. Black